jueves, 23 de enero de 2014

Desde Roma con Amor - XII

Por desgracia, más pronto que tarde tuvimos que despedirnos del verano, pero nos adentramos cogidos de la mano en las grandes avenidas madrileñas, bañadas por un manto seco de hojas bailarinas que se movían de aquí para allá guiadas por el viento. Con el cambio de tiempo y de estación, cambiaron también nuestras ambiciones y deseos. Ambos esperábamos deseosos la llegada de nuestro aniversario, pero lo que no habríamos imaginado era que acabaríamos transformando las calles de nuestro Madrid por los grandes paseos llenos de luces de la ciudad del amor. 

Una mañana aún calurosa, me desperté con una brillante idea dando vueltas a mi cabeza, con la esperanza de encontrar un hueco por el que meterse hasta lo más profundo de ella y guiar mis pasos hasta conseguirla. Aquella mañana, me levanté de un salto de la cama y agarré con firmeza el portátil, con la esperanza de encontrar un acogedor hotel y un buen vuelo para viajar a la ciudad de las luces. 

Al día siguiente, tras haberlo consultado con Izan –muy a mi pesar, puesto que habría pagado mi peso en oro por ver su cara de sorpresa al arrastrarle de la cama por llevarle al aeropuerto- no dudamos un solo segundo en reservarlo. París, dos noches en un hotel a las afueras del tráfico y las incesantes mareas de transeúntes camuflados con turistas, en un barrio tranquilo, flanqueado por restaurantes italianos y balcones llenos de flores. Huiríamos del calor de Madrid para refugiarnos bajo los tejados parisinos.

Cuando llegó el momento de volver a casa, ninguno de los dos podíamos creer que nuestro pequeño y bucólico sueño francés se hubiese acabado. Ni los paseos por Monmatre, coronados por cientos y cientos de pequeñas luces flotantes como luciérnagas en el bosque, ni la visita a la Torre Eiffel, donde candamos nuestro amor a ese gran árbol de hierro que vigilaba la ciudad, podían haberse acabado. Recuerdos sonrientes que quedaron tallados en un sinfín de fotografías de noche y de día, se convirtieron en los testigos de un año entero de amor. Y los que nos quedaban. 

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