Cuando se sentía intranquila, angustiada por un temor indefinible
y desconocido para la gran mayoría, pero latente bajo los poros de su piel, se
agarraba a la soledad de su casa con tanta fuerza que al final caía rendida por
la tensión. Al abrigo del sueño y del frío, a veces se zambullía en eternas
pesadillas de las que nada recordaba, salvo la horrible sensación de seguir
haciendo algo mal día tras día. El sudor frío calaba sus frágiles huesos cada
vez que salía a la calle a deambular por la ciudad desierta. De vez en cuando
cruzaba dos o tres palabras con algún conocido que se detenía frente a sus
diminutos pies, pero ninguna conversación tenía la fuerza suficiente para
evadir su mente de aquél efímero y pasajero mundo que ella creía haberse
inventado. Inventado no sólo por el surrealismo de sus recuerdos, sino también
por los constantes déjà vu que le atropellaban al cruzar la acera. Así pasaban
sus noches acabadas en un sol radiante que no la dejaba ver ni dónde se
estaba metiendo.
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Gracias por comentar. Siéntete libre de expresar lo que sientas, a fin de que pueda mejorar el contenido que publico en la web. ¿Quieres continuar una historia? Adelante, mi blog es tu blog.