domingo, 27 de octubre de 2013

Periodismo imposible

"La destitución. Historia de un periodismo imposible" (2010), titula el periodista bilbaíno que corona este artículo. Una obra que, en 176 páginas, incita a la reflexión sobre la deprimente situación actual en la que se encuentra el periodismo español en particular, aunque bien sabemos que la crisis mediática se ha expandido, por ese fenómeno al que los expertos han denominado globalización, hasta el último diario del planeta. José Antonio Zarzalejos nos obliga, como decía, a reconsiderar la desaparición de los principios éticos, morales y periodísticos que regulaban la profesión, con la consecuente reconfiguración de un “periodismo imposible”. Los poderes políticos han desarrollado una extraordinaria capacidad para subvertir los Códigos Deontológicos de los medios de comunicación. Sin embargo, los actores políticos no actúan en solitario, sino que aúnan fuerzas con otros sectores emergentes del Sistema Rector, tales como las instituciones, las empresas privadas, las entidades financieras o las agencias publicitarias, en detrimento de los derechos de los ciudadanos, simples marionetas del escenario mediático. 

El libro de Zarzalejos constituye, por tanto, una crítica a las relaciones actuales entre la prensa y el poder, basada en el propio ejemplo del autor. Como recoge la Editorial Península, “este relato constituye un alegato de carácter moral que reivindica la solvencia y la dignidad del oficio periodístico”, que se ve condicionado desde hace años por agentes externos a la profesión que no sólo escogen a dedo a los directores de los medios, sino que además pre-configuran las noticias de la agenda. Es decir, los contenidos introducidos en la agenda por iniciativa propia del medio se reducen a un 7,5% (datos del 2008),  frente a un abrumador 92,5% configurado por la agenda política, institucional y económica. Por otro lado, la mayoría de los directores de medios de comunicación afirmaron (90%), en una encuesta realizada en el año 2004, que habían recibido presiones por parte de agentes externos. Dichas presiones se radicalizan cuando los dirigentes políticos son capaces de destituir a uno de esos directores con una simple llamada. Eso es lo que denuncia Zarzalejos, exdirector del diario ABC (2005-2008), que fue sustituido por Ángel Expósito (2008-2010), cuando la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se percató del cambio en la línea editorial del periódico, más próximo a la política de Alberto Ruiz Gallardón. Las discrepancias entre estos dos gobernantes llevaron a Aguirre a ordenar a Isabel Gallego (responsable de relaciones de los medios de comunicación con la capital) la destitución del periodista bilbaíno.

El ejemplo de Zarzalejo es una gota más que añadir al vaso. Las relaciones entre la prensa y el poder son completamente corruptas, pero no sólo en España. Sabemos de buena tinta el doble juego de intereses que envuelve a medios y poderes políticos, como en el caso del magnate Rupert Murdoch, cuyos “affaires” con Thatcher, Blair o Cameron son bien conocidos. Por otro lado, la decadencia del actual sistema de medios, con frágiles estructuras empresariales, pérdidas que se cuentan por millones y la mercantilización salvaje de éstos han hecho que se conviertan en empresas dependientes las unas de las otras. En consecuencia, el periodismo ofrece productos vendidos al mejor postor, expuestos en los escaparates que ahora representan los medios de comunicación. Por desgracia, los consumidores se han acostumbrado a esta configuración de los roles del espacio mediático, en donde unos agentes se pelean con otros por conseguir el mejor pedazo del pastel o, en su defecto, el medio más fiel. 

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