lunes, 28 de octubre de 2013

Libros para cenar

La cocina de la escritura es una obra de Daniel Cassany, cuya función es servir de soporte a todos aquellos que precisen ayuda para realizar un buen escrito y mejorar su redacción. Fue publicada en Barcelona en 1993 por la Editorial Empúries, con el título La cuina de l’escriptura. Este manual recoge en sus 255 páginas tanto los problemas como las soluciones para corregir los defectos de la escritura. Sus consejos se extienden a todos los ámbitos que precisan hacer de la escritura su forma de expresión. Así, encontramos correcciones para todo tipo de textos; desde una redacción escolar hasta una sentencia jurídica. 

El autor de este manual didáctico se sirve de todas las herramientas disponibles para analizar, en primer lugar, los vicios y defectos de la escritura para después encontrar las soluciones ajustadas a cada problema. No se limita en exclusiva a corregir las manías que se reflejan en una hoja en blanco, sino que además tipifica los pasos que todo escritor y escritora deben seguir al realizar un proceso tan artístico, imaginativo, creativo y extremadamente complicado como es la escritura. Es decir, sintetiza en un mismo libro todos los pasos que sigue el proceso de escribir, utilizando infinidad de recursos, manuales de estilo, ejemplos y ejercicios para introducir al lector en ese mundo caótico repleto de palabras que tratan de encontrar su lugar en una hoja en blanco. 

Daniel Cassany distribuye de forma equilibrada los contenidos de su obra en 16 capítulos, además del prólogo y el epílogo que abren y cierran el telón de su exposición. Cada capítulo se compone de diversos apartados que introducen de manera progresiva al lector en el objetivo del autor: la mejora y corrección del estilo, además de la preocupación por el contenido. El tema de toda la obra en su conjunto, y de los capítulos en concreto, se relaciona constantemente con alusiones a apartados que ya fueron descritos, o con referencias a contenidos que se explicarán con posterioridad. Es decir, a lo largo de toda la obra encontramos constantes marcaciones que nos sitúan en el desarrollo del manual, de tal forma que nos permiten recorrer éste dando saltos de una parte a otra, sin necesidad de realizar una lectura lineal. Sin embargo, si en lugar de tratarlo como un manual, lo utilizamos como un libro, realizando una lectura palabra por palabra, esto es, si nos dejamos llevar por una lectura relajada y receptiva, encontraremos que la redacción de esta obra es un símil con la construcción de nosotros mismos como escritores. Esto significa que el libro es una metáfora de nuestro desarrollo como escritores y escritoras, desde que somos un torbellino de ideas garabateadas sin sentido en un pedazo de papel, hasta que éstas se relacionan, interaccionan y cobran sentido una vez que estamos preparados para organizarlas y utilizarlas para expresarnos. Todo ello se consigue con práctica, trabajo y reflexión, y este manual nos proporciona los ejercicios para profundizar en nuestras carencias para poder corregirlas y reescribirnos a nosotros mismos.

No importa cuál sea la naturaleza de nuestro escrito, pues el autor no se olvida de los textos científicos, jurídicos, periodísticos, administrativos, artísticos, o incluso las simples anotaciones personales. Obvia decir que la adecuada constitución de los párrafos o la especial atención que requiere la sintaxis, la coherencia y la cohesión, son elementos cruciales en la composición de cada texto, y por ello encuentran un lugar adecuado en esta obra, junto con ámbitos tan dispares, pero estrechamente ligados, como puedan ser la puntuación y la oratoria. Unas pinceladas de escritura histórica, instrumentos y razones para escribir, exposición de ideas, técnicas de redacción, estructura del texto, defectos del escrito, reglas de expresión, análisis de escritos, puntuación, nivel de formalidad textual, oratoria, textos en imágenes, revisiones, y ejercicios y ejemplos son los instrumentos que guían los pasos que sigue esta obra para explicar de forma clara, sencilla, precisa y didáctica el proceso de escritura. 

En definitiva, La Cocina de la Escritura es un manual práctico, manejable, ligero y sencillo que cumple con creces el objetivo de su autor. Sobresale la facilidad con la que Cassany emplea los ejemplos dentro del propio texto; juega con las palabras, construye metáforas, cambia el tono, redefine la función y concluye cada apartado con una precisión envidiable. A menudo cierra los apartados preguntando al lector si ha comprendido la esencia de esa última explicación, obligándole a retroceder, en ciertas ocasiones, para tomar consciencia de la gracia con la que sutilmente ha sido engañado. La gran variedad de recursos empleados animan a los aprendices a concentrar su atención en las carencias de su prosa, mientras que los escritores más profesionales se sienten retados a reescribir sus textos, en busca de esa codiciada perfección. Cassany es capaz de transformar una marea de palabras en una retahíla de consejos dotados de utilidad.

Sin embargo, ciertos apartados del libro pierden esa rapidez y agilidad de la que presume la obra en su conjunto. Esto sucede cuando encontramos una larga procesión de ejemplos, en especial al explicar los defectos de la redacción (solecismos, cacofonías, reglas para escoger palabras, etc.). Mientras que la intención del autor es justificar sus explicaciones ayudándose de los ejemplos, con vistas a una mejor comprensión por parte del lector, éste acaba por sumirse a la monotonía de una lectura carente de variaciones; necesita una formulación retórica o un cambio de registro para reubicarse en la parte del escrito en la que se han perdido sus ojos y así recuperar esa atención que había perdido.

En conclusión, La cocina de la escritura es un manual práctico que goza de una increíble utilidad para tanto escritores profesionales como para sus pupilos. No nos ofrece una lectura profunda que nos impida despegar nuestros ojos de sus hojas, sino un soporte básico que resuelva las dudas estilísticas que nos ataquen cuando entre nuestros dedos sostengamos una pluma y nos encontremos ante una amenazante hoja en blanco esperando a ser atendida por nuestros pensamientos.




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