martes, 23 de agosto de 2011

La jaula de los leones

Igualdad, Justicia, Libertad de Expresión, Compañerismo, Solidaridad, Generosidad, Verdad... Todos estos derechos, estos valores reescritos con mayúscula, en un intento fallido de devolverles la importancia que merecen, no son más que simples falacias, burdas mentiras, cuya única función es ornamentativa. Pese a su vana función, se hallan en todas partes, desde la prensa, hasta la boca de los políticos.

Vivimos en una sociedad construida sobre cimientos de egoísmo, cuyos muros no son más que el reflejo de los intereses de cada uno; los eslabones más débiles de la cadena, es decir, nosotros mismos, somos los primeros que alimentan a la jaula de los leones, creyendo equivocadamente dominar la presa que más tarde nos cazará.
Hemos agotado ese 10% que utilizamos de nuestro cerebro; hemos exprimido al máximo el mínimo que estamos dispuestos a entregar. No hacemos nada productivo  por la sociedad que nos ha acogido, sino que dejamos todas nuestras potencialidades a la merced de algún halo divino que nos resuelva los problemas tras una oración de súplica y arrepentimiento. Sin embargo, estamos solos en esta ciudad de hipocresía y cinismo, y, siendo realistas, la copa del triunfo la obtienen los que aceptan esa verdad y, aún sabiéndolo, no hacen nada para cambiarlo.

El mundo, la sociedad, nuestra comunidad...puede adoptar cientos de formas y nombres, pero siempre referirá al mismo concepto abstracto, cuya existencia se basa en meros caracteres pragmáticos, ese que llamamos mundo, no es injusto ni cruel, sino sus creadores, por lo que la única opción alcanzable a la mano del hombre, es sobrevivir a los leones siendo uno de ellos.