miércoles, 20 de abril de 2011

Lo estúpido de la estupidez

Un día me levanté antes de lo previsto. El Sol aún no se había despertado. Sumida en la oscuridad, me paré a hacer eso que parece que tanto cuesta. Pensé, por un momento, quizá demasiado corto, en mí. Reordené en un par de minutos mi cabeza, dejando que mis pensamientos se cargaran el silencio de mi habitación. Por desgracia, no saqué nada en claro. Al contrario, me compliqué incluso más y continué tejiendo con mis temores una barrera para no tener que pensar más, para dejar de preguntarme qué quería.

Vivir implica arriesgar, hacerse preguntas, dejarse llevar. Vivir supone dejarle al tiempo que corra, no intentar pararlo en un momento que nos parece maravilloso. Eso es tarea de la memoria, que se encarga de colocar los buenos recuerdos para que estén siempre a nuestro alcance. Vivir significa perder el miedo, aprender, crecer, experimentar, dejar que el dolor nos acompañe como lo hará el amor. Vivir es equivocarse una y otra vez hasta saber reírse de los errores. Vivir es tomar decisiones, algunas de forma impulsiva, irracional, guiadas por nuestro ciego corazón. Otras en cambio necesitan muchas noches en la cama dándole vueltas. Vivir supone dejar de actuar, mostrarse al mundo con sus defectos y sus virtudes.

Defectos, prejuicios, orgullo, mentrias, prepotencia, silencios, máscaras...Hay muchas formas de no sentir, de no vivir.

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